El canciller libanés, Gebran Bassil, anunció oficialmente hoy la implementación de la ley que permitirá a ciudadanos emigrados recuperar su nacionalidad y exhortó a sus compatriotas a acudir a misiones diplomáticas en el extranjero.
“Esta ley fue un sueño y ahora es una realidad”, remarcó Bassil en rueda de prensa tras revelarlo en el discurso inaugural de la tercera conferencia con expatriados libaneses, denominada Energía de la Diáspora.
Según el titular de Exteriores, los residentes en otros países pueden acudir a las embajadas libanesas en el mundo para restituir su nacionalidad. “Todos somos soldados por la nacionalidad e identidad, y soldados por El Líbano para preservar el estado y proteger la independencia”, indicó.
Ante más de mil compatriotas procedentes de más de 80 países, Bassil definió a los expatriados como “la piedra angular” de propagación de la cultura libanesa en todo el mundo, un concepto general que para promotores de la iniciativa tiene como fin beneficiar sobre todo a cristianos.
“Ustedes son la forma más efectiva que tiene el Líbano para enviar su mensaje al mundo”, aseveró en un claro gesto de alentar a los emigrados a mantener el nombre del país allende fronteras, tanto en lo cultural, social, idiomático, político, económico y empresarial.
Diputados de los partidos cristianos Fuerzas Libanesas y Movimiento Patriótico Libre, este último liderado por Bassil, firmaron en 2015 el proyecto de ley que permitiría a los emigrados recuperar su nacionalidad.
Tras varias sesiones, debates y polémicas con círculos políticos musulmanes, el texto fue aprobado durante una sesión legislativa a finales de ese mismo año.
La ciudadanía de este país árabe puede obtenerse por nacimiento o naturalización, pero únicamente la trasmiten los padres, de ahí que un hombre libanés que posea esa nacionalidad puede automáticamente conferirla a hijos y esposa extranjera, sólo si el enlace se inscribió en el Registro Civil.
Bajo la normativa vigente, los descendientes de emigrantes libaneses pueden sólo recibir la ciudadanía de sus padres y las mujeres no pueden pasarla ni a sus hijos ni a sus esposos extranjeros.
Tampoco había derecho de retorno para millones de personas de origen libanés dispersas por el mundo, pero con la ley aprobada el 12 de noviembre de 2015 se permite a los extranjeros de la diáspora reclamar su ciudadanía perdida.