El sol acaba de salir y ya brilla como si fuese mediodía. Una brisa fresca con aroma a mar sopla constante desde poniente y me remueve el pelo. Me siento en una roca cercana para observar el espectáculo matutino. Más abajo, no muy lejos, cientos de pequeños barcos pesqueros van y vienen con el pescado que surtirá los muchos chiringuitos y restaurantes.
Estoy en Biblos, una pequeña ciudad portuaria 25 kilómetros al norte de Beirut. A diferencia de la frenética capital libanesa, Biblos es un sitio tranquilo, un lugar que va al ritmo típico de los pequeños pueblos costeros que siempre parecen llevar poca prisa.
En Biblos (antigua Gebal y actual Jbeil) es posible encontrar ruinas fenicias, romanas, bizantinas y medievales. La parte más antigua de Byblos se encuentra lejos del centro de la ciudad moderna, a lo largo de un acantilado litoral. Aquí, es posible visitar una ciudadela de 1.000 años de edad y con vistas panorámicas del Mediterráneo, subir por las escaleras de un anfiteatro romano y apreciar una necrópolis fenicia de 2.000 años de antigüedad.
A mediados del siglo XX, este pequeño puerto era conocido como el punto de encuentro de la jet-set europea e internacional. Celebridades de la talla de Briggite Bardot o Marlon Brando no perdían la oportunidad de atracar sus yates en la marina y pasearse por las antiguas calles de la ciudad durante los años 60.
A lo mejor ese carácter sosegado de Biblos se debe a su avanzada edad. Y es que me encuentro sentado en una piedra de un sitio que ostenta el título de la ciudad más antigua del mundo. Esto es, claro está, si definimos la métrica como “lugar establecido como ciudad y habitado desde su fundación hasta nuestros días de forma continua”.
Pruebas de carbono ubican al primer asentamiento humano en esta zona durante el neolítico, alrededor de 7000 aC, sin embargo, lo que actualmente conocemos como Biblos no se estableció oficialmente como ciudad hasta alrededor del año 5000 aC.
Al ser el principal puerto de exportación de cedro y otras valiosas maderas hacia Egipto, la ciudad costera no tardó mucho en convertirse en un importante centro de comercio marítimo.
Los monumentos egipcios y las inscripciones encontradas en su zona arqueológica dan fe de una estrecha relación del puerto con el valle del río Nilo a lo largo de la segunda mitad del segundo milenio. Durante 12a dinastía egipcia (1938-1756 aC), Biblos se convirtió en una dependencia de Egipto, e incluso la diosa principal de la ciudad, Baalat (“La Señora”), era adorada en el país de las pirámides. Tras el colapso del Imperio Nuevo en el siglo 11 aC, Byblos convirtió en la ciudad más importante de Fenicia.
El alfabeto fenicio fue desarrollado en Biblos, y de esta ciudad proceden casi todas las inscripciones fenicias conocidas, la mayoría de las cuales datan del siglo 10 aC. Para entonces, sin embargo, el reino de Sidón, con su capital en Tiro, había llegado a ser dominante en Fenicia, y Biblos, a pesar de haber florecido en época romana, nunca recuperó su antigua supremacía.
Los cruzados tomaron la ciudad en 1103 y la llamaron Gibeleto. De esta época procede el castillo de la ciudad.
El castillo de los cruzados es la estructura más impresionante de Biblos. Fue construido con piedra caliza sobre los restos de una estructura romana. El castillo pasó a manos de Saladino, el legendario sultán de Egipto y Siria, en 1188.
Hay un pequeño pero informativo museo dentro del castillo sobre la historia arqueológica de Biblos. La terraza del Castillo ofrece vistas de postal del mar Mediterráneo.
Miro el reloj y me doy cuenta de que ya es hora de volver a Beirut. No entiendo cómo es posible que el tiempo pase tan rápido cuando parece haberse detenido.