“Un libanés al frente de Brasil y el Líbano, sin presidente”: es la broma recurrente en estos momentos en Líbano y en particular en Btaaboura, ciudad originaria de la familia de Michel Temer, nuevo presidente del gigante sudamericano.
Justo después de pasar la entrada a este pueblo situado en el norte de Líbano, una placa que reza “vicepresidente de Brasil, Michel Temer” recibe al visitante.
“El viernes será reemplazada por la “calle del presidente Michel Temer”, asegura entusiasmado el jefe del municipio de Btaaboura, Basam Barbar.
“Celebramos su ascenso (al poder) con toda nuestra alma, estamos muy orgullosos de él”, explica a la AFP.
La localidad, que Temer visitó en dos ocasiones, en 1997 y 2011, se encuentra históricamente ligada al sucesor de la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, destituida el jueves.
En un pequeño jardín del pueblo ondean juntas la bandera libanesa y brasileña y todo el mundo comenta la paradoja de tener un hombre procedente de Líbano al frente de Brasil, mientras el pequeño país mediterráneo lleva sin jefe de Estado desde mayo de 2014, debido a las profundas divisiones políticas existentes en el país.
“¡Espero que ahora (los políticos libaneses) se avergüencen!”, exclama Barbar.
Entre frondosos olivares se esconde la vivienda familiar de los Temer, donde residió el padre del nuevo presidente brasileño, en la actualidad, abandonada y en ruinas.
El destino de Brasil y de Líbano se encuentran históricamente ligados: según fuentes del ministerio de Relaciones Exteriores, los brasileños de origen libanés suman entre seis y siete millones de personas.
Los libaneses comenzaron a emigrar hacia Brasil y otros países de Sudamérica en los siglos XIX y XX, y de nuevo durante la guerra civil (1975-1990). Instalados sobre todo en Río de Janeiro y Sao Paulo, se integraron plenamente en la vida política -algunos son parlamentarios- cultural y mediática de Brasil.
“Lo conocí en 1997 cuando era presidente del Parlamento”, explica orgulloso a la AFP Nizar Temer, ingeniero y primo paterno de Michel Temer.
“En 2011, vino una segunda vez para celebrar la independencia de Líbano. Nos gustó, y a él le gustamos”, asegura el sexagenario.
“Pero si quiere venir a Líbano, ¿quién va a recibirlo? No tenemos presidente que lo invite”, lamenta. “La paradoja es que los libaneses tienen ahora un jefe de Estado en Brasil pero Líbano sigue sin tener presidente” desde hace dos años.
Durante su última visita al pueblo, Michel Temer quiso pasar unos momentos en casa de sus antepasados: “Se arrodilló y puso un poco de tierra en su cabeza; estaba muy emocionado al ver la foto de su padre en el salón”, continúa Nizar, que quiere enviar un mensaje al nuevo presidente de Brasil: “¡Estoy orgulloso de ti, primo! ¡Espero que nos vuelvas a visitar pronto!”.