Diez años después del devastador enfrentamiento, Hezbolá sigue siendo el enemigo principal de Israel.
La guerra de 2006, que comenzó el 12 de julio después de que Hezbolá capturara en la frontera a dos soldados israelíes, dejó malos recuerdos en Israel, donde varios analistas afirman que no hubo una estrategia clara.
“Creo que esa operación se considera todavía como un error del ejército israelí, que no estaba preparado”, estima Efraim Inbar, del centro de estudios estratégicos Begin-Sadat.
“Hubo mucha confusión al más alto nivel entre los militares, y la dirección política a nivel estratégico también fracasó”, añade.
Los 34 días de guerra causaron 1.200 muertos, esencialmente civiles del lado libanés, y 160 israelíes, en su mayoría militares. Hezbolá disparó miles de cohetes hacia el norte de Israel, que por su lado efectuó numerosas incursiones en todo el Líbano.
Muchos creen en Israel que los ataques aéreos y terrestres lanzados aquel verano en Líbano fueron un fracaso, porque no impidieron que Hezbolá siguiera disparando cohetes contra territorio israelí ni liberar a los dos soldados capturados. Los cadáveres de ambos militares fueron devueltos dos años más tarde, a cambio de cinco presos libaneses.
Un informe gubernamental lamentó la falta de planificación y de estrategia de salida de la guerra, y tanto el primer ministro de la época, Ehud Olmert, como varios responsables militares recibieron una lluvia de críticas.
Con el tiempo, algunos en Israel se muestran más optimistas, destacando que la frontera con Líbano está tranquila desde hace diez años, destaca Jonathan Spyier, director del centro Rubin de investigación de asuntos internacionales.
Israel estima actualmente que Hezbolá dispone de entre 100.000 y 120.000 cohetes y misiles de corto y medio alcance, y otros proyectiles de mayor alcance capaces de golpear la región de Tel Aviv.
Guerra en Siria
Sin embargo, desde 2013, Hezbolá, aliado del presidente sirio Bashar al Asad, tiene a miles de sus hombres combatiendo a los grupos yihadistas y otras organizaciones rebeldes en el país vecino.
“Por el momento, la atención de Hezbolá se centra en Siria”, afirma Philipp Smyth, especialista en política de Oriente Medio en el Washington Institute.
“Es difícil que Hezbolá abra un nuevo frente contra un enemigo tan poderoso como Israel, ahora que tiene que enfrentarse a muchos otros enemigos en Siria”, subraya este investigador.
Israel, por su lado, ha reconocido que atacó varias veces en Siria vehículos que transportaban armas destinadas al movimiento chiita libanés, apoyado por Irán.
Más fuerte que en 2006
A comienzos de año, el jefe de Estado Mayor israelí, el general Gadi Eisenkot, jefe de operaciones en aquella época, calificó a Hezbolá de “principal enemigo” de Israel.
Su adjunto, el general Yair Golan, afirmó en abril que el reforzamiento de las capacidades militares de Hezbolá era preocupante, y según él una nueva crisis podría degenerar en “guerra total”.
El general Golan advirtió igualmente que debido a la presencia de combatientes de Hezbolá en sectores civiles, “no hay otra forma de poner fin a la amenaza que provocando importantes daños en las infraestructuras libanesas, las viviendas libanesas y otras instalaciones civiles”.
La experiencia militar atesorada durante los combates en Siria y las lecciones aprendidas de su alianza con Rusia y el régimen de Al Asad también son fuente de preocupación.
Para Johnatan Spyier, la probabilidad de un nuvo conflicto con Hezbolá es débil mientras dure la guerra de Siria. Pero según él, “Hezbolá, que sigue deseando la destrucción de Israel, es actualmente mucho más fuerte que en 2006”.