Líbano: ni Dios hace el milagro de elegir presidente

Beirut, 11 oct (PL) La conclusión de la visita a El Líbano de un alto cargo del Vaticano sin lograr desbloquear la elección del presidente del país ilustra cuán agrietado sigue hoy el panorama político interno, a pesar de recientes cabildeos.

El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, regresó anoche a Roma tras una visita oficial en la que no escatimó púlpitos y reuniones para subrayar la necesidad de unidad para que el parlamento vote por el único presidente cristiano de Medio Oriente.

Al margen de la misión eclesiástica que lo trajo aquí, Sandri se reunió en la sede de Bkirki con el patriarca de la Iglesia cristiano-maronita, cardenal Beshara Rahi, y le patentizó el respaldo de la Santa Sede a sus esfuerzos para poner fin a más de dos años y medio de vacío en la jefatura del Estado.

En un mensaje dirigido a líderes de las ‘diferentes religiones y afiliaciones políticas’ (hay 18 reconocidas en este país), el prelado los responsabilizó por la demora en decidir el sucesor de Michel Sleiman, último mandatario que concluyó su gestión el 25 de mayo de 2014.

Un acuerdo de repartición de poderes estipula que el presidente del parlamento sea un musulmán chiita, el primer ministro uno sunnita y el jefe de Estado un cristiano maronita, lo que lo convierte en el único estado árabe-islámico presidido por un cristiano, de ahí el interés del Vaticano.

Pero desde antes del viaje de Sandri, ya se sabía la complejidad de las rivalidades entre los dos bloques predominantes en el hemiciclo y se vislumbraba el escepticismo respecto a una particular ofensiva del líder del movimiento Mustaqbal y exprimer ministro, Saad Hariri.

Tras fracasar la sesión del 28 de septiembre, el presidente del parlamento, Nabih Berri, fijó para el 31 de octubre la 46 convocatoria consecutiva a los diputados para elegir al inquilino del palacio de Baabda, a sabiendas de que se requería más tiempo para consultas y negociaciones.

Con el movimiento Hizbulah (Partido de Dios) inalterable en la nominación del general retirado Michel Aoun, líder del bloque Cambio y Reforma y fundador del Movimiento Patriótico Libre (MPL), Hariri emprendió hace dos semanas una maratónica ronda de contactos en Beirut, Moscú y Riad.

La agrupación líder de la Resistencia chiita y sus aliados del 8 de Marzo se han ausentado de todas las convocatorias para provocar falta de quórum y evitar una votación que no sea para avalar a Aoun, ante la creencia de que sus rivales procuran un mandatario servil a Arabia Saudita y Occidente.

El jefe de Mustaqbal (Futuro), movimiento que encabeza el bloque parlamentario 14 de Marzo, impregnó nuevos bríos a su maniobra de dividir a la coalición rival 8 de Marzo, que lidera Hizbulah, defendiendo la candidatura de Suleiman Franjieh al primer cargo del país.

A pesar de sus estrechos lazos con Arabia Saudita y Occidente, Hariri postuló a finales de 2015 a Franjieh, jefe del movimiento Marada, que es aliado de Hizbulah en la bancada 8 de Marzo y, además, amigo personal de la infancia del presidente sirio, Bashar Al-Assad.

Si bien la nominación de Franjieh fue posible tras la renuncia de Samir Geagea, líder del partido Fuerzas Libanesas, como candidato del 14 de Marzo, este último y los jefes de los demás partidos cristianos -sobre todo Kataeb y el MPL- siguen teniendo en sus manos la posibilidad de cierto desbloqueo.

El propio cardenal Rahi impuso a Sandri de las ‘novedades’ de su reunión con Hariri, quien también dialogó por separado con el primer ministro Tammam Salam, con Berri, Franjieh, Geagea, Aoun, el jefe de Kataeb, Sami Gemayel, y el del Partido Socialista Progresista, el druso Walid Jumblatt.

Con un portafolios cargado de propuestas y contrapropuestas, el exjefe de gobierno partió a Rusia y analizó el escenario libanés con el canciller Sergei Lavrov, a quien reiteró su acusación de que Hizbulah ‘bloquea las soluciones’ al tema presidencial a la espera de señales u órdenes de Irán.

Según el diario Al-Joumhouria, a su regreso de Rusia y Arabia Saudita, Hariri encargó a sus representantes informar a Aoun de la posición ‘inicial positiva’ de Riad en relación con su nominación, lo cual se recibió con beneplácito, aunque el reino wahabita aún no ha dado su última palabra.

Después de los contactos de Hariri en Beirut, que generaron especulaciones de posible apoyo a Aoun a cambio de repetir como primer ministro, las cúpulas islámicas del país (sunnita y chiita) también urgieron a elegir presidente, pero reflejando el antagonismo de sus respectivos partidarios políticos.

Sin embargo, en el pedregoso camino yace otro obstáculo insoslayable, y es convencer a Berri, quien lidera el movimiento chiita Amal (Esperanza) y es aliado de Hizbulah, para que deje a un lado sus reservas sobre la candidatura de Aoun, las cuales hizo públicas y acompañó de una contrapropuesta.

Berri asegura tener razones enraizadas para objetar al líder de Cambio y Reforma, pero tampoco ha dado el portazo a su aliado, mientras se aferra a un ‘paquete de acuerdo’ que incluiría aprobar una nueva ley electoral y un gobierno de unidad nacional antes de elegir al primer mandatario.

‘Si no accedemos al paquete de acuerdo, especialmente sobre la ley electoral, estaríamos crucificando a cualquier presidente electo’, arguyó el veterano parlamentario, a lo que el patriarca maronita respondió con duras críticas y advirtiendo que quien acepte esa idea ‘no tiene dignidad’.

Más que compromisos, el prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales llevó consigo a Roma un nítido retrato de la incuestionable polarización en El Líbano, donde los políticos suelen hincarse, persignarse o alzar el dedo índice al cielo, pero sin acatar ruegos de flexibilidad.