El Canciller francés dice que el Líbano no debe ser juguete de Siria, Arabia Saudí u otros países de la región.
Bruselas. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, advirtió este lunes contra una “interferencia extranjera” en el Líbano, sumido en una nueva crisis política tras la dimisión de su primer ministro, Saad Hariri, y su marcha a Arabia Saudí.
“Esperamos que no haya ninguna interferencia extranjera (…) y creemos que es esencial impedir la importación al Líbano de los conflictos, dinámicas y tensiones regionales, que deben permanecer fuera del país”, dijo Mogherini el término de una reunión de cancilleres de la UE.
La Alta Representante, que anunció una reunión el martes en Bruselas con el canciller libanés Gebran Bassil, consideró importante que “todas las fuerzas políticas se concentren en el Líbano” y en sus ciudadanos y que “trabajen juntos para impedir cualquier escalada en el país”.
Su llamado sigue la estela de las preocupaciones expresadas por cancilleres de la UE como el francés Jean-Yves Le Drian, quien advirtió contra una “injerencia” en el Líbano, un país que, para su par alemán Sigmar Gabriel, “no debe convertirse en un juguete de Siria, Arabia Saudí u otros”.
Saad Hariri, de confesión sunita y con doble nacionalidad líbano-saudita, aseguró el domingo que pensaba “volver pronto” a su país y afirmó que estaba “libre” en Arabia Saudí, donde se encuentra desde su dimisión el 4 de noviembre.
En declaraciones a la cadena de televisión Future, el jefe de gobierno dimisionario urgió de nuevo a Irán, una potencia chiita, a no intervenir en los asuntos del Líbano y de los países árabes.
Unas horas antes, el presidente libanés, Michel Aoun (cristiano maronita), había considerado que “la libertad de Hariri fue restringida” en el reino del Golfo, mientras que la clase política libanesa planteó sus dudas acerca de su libertad de movimiento.
El anuncio de su dimisión, con críticas al control de Irán y del Hezbolá chiita libanés (miembro de su gobierno y cercano a Teherán) en los asuntos internos de su país fue rápidamente percibido como un nuevo diferendo entre la sunita Arabia Saudí e Irán.
Ambas potencias de Oriente Medio ya están enfrentadas en otros asuntos regionales, como las guerras de Yemen y Siria.
El viernes, el jefe de Hezbolá, Hasan Nasralá, había acusado a Arabia Saudí de tener “detenido” a Hariri. El responsable aseguró que su dimisión había sido dictada por Riad.