El primer ministro libanés, recién llegado a París desde Riad, viajará a Beirut “en los próximos días”, ha asegurado tras reunirse con Emmanuel Macron
Será el propio Saad Hariri el que desvele sus planes de futuro político. Y lo hará desde su país, el Líbano, adonde regresará “en los próximos días”.
En cualquier caso, estará en Beirut para celebrar su independencia, el 22 de noviembre. Así lo aseguró el primer ministro dimisionario libanés este sábado a la salida del Elíseo, al término de un largo encuentro con el presidente francés, Emmanuel Macron. Esta fue su primera cita en París, ciudad a la que llegó en la mañana procedente de Riad, atendiendo a la invitación del mandatario galo que buscaba así —y aparentemente lo ha logrado, aunque sea de forma temporal— destrabar la crisis desatada en la región con el inesperado anuncio de su dimisión el 4 de noviembre desde la capital saudí.
“Regresaré a Beirut en los próximos días (…) y será allí donde daré a conocer mi posición sobre todos los temas, después de entrevistarme con el presidente de nuestra república, el general Michel Aoun”, dijo Hariri en breves declaraciones en el patio del Elíseo, donde permaneció casi tres horas este sábado. “Como saben, había presentado mi dimisión y haré un anuncio sobre lo que pasará a continuación”, reiteró tanto en árabe como en francés.
Hariri también agradeció el papel de Macron, que se ha implicado personalmente para dar una salida a una crisis que ha provocado un aumento de la tensión en la región. “Ha demostrado una amistad inquebrantable y eso no lo olvidaré jamás”, aseguró el libanés. “Francia ha demostrado una vez más la grandeza de su papel en el mundo y en la región”, insistió.
La mediación gala en su antiguo protectorado no ha sido fácil. El Elíseo asegura que su única intención era “bajar la tensión, para facilitar el funcionamiento normal de las instituciones libanesas”, no inmiscuirse en asuntos internos o disputas regionales. Pero no todos lo han interpretado así.
Irán, principal aliado del partido-milicia chií libanés Hezbolá, que acusó a Arabia Saudí de mantener “retenido” al sunita Hariri en Riad, achaca a Macron “parcialidad” y ve sus gestiones como una injerencia.
El presidente francés, que lucha por salvaguardar el acuerdo nuclear con Irán de 2015 y que por ahora mantiene sus planes de visitar Teherán en 2018, lo niega. Francia, aseguró Macron desde Gotemburgo el viernes, “no elige entre un campo u otro”, pero quiere asegurarse de que reina el equilibrio de fuerzas en una zona donde cualquier desestabilización es peligrosa y que preocupa enormemente a una Europa que teme además un nuevo flujo de inmigrantes si el impasse libanés no se resuelve.
El Líbano, con su complicado sistema de reparto de poderes entre las diversas confesiones religiosas es, pese a todo, un “modelo” para la región que Macron cree salvaguardar echándole una mano al “amigo” Hariri con una oferta de visitar París que, subrayó en todo el momento el Gobierno francés, nunca constituyó una invitación al exilio.
La posibilidad de un exilio francés había sido evocada —y desmentida— en varias ocasiones en los últimos días, en vista de los antecedentes. El presidente libanés, el cristiano maronita Aoun, elegido en 2016 con el apoyo de Hezbolá, permaneció exiliado en Francia entre 1990 y 2005. No acaban ahí los intrincados lazos entre París y Beirut.
El padre de Hariri, el también primer ministro Rafik Hariri, mantuvo una estrecha amistad con el presidente francés Jacques Chirac, el único gobernante occidental que acudió a su entierro cuando fue asesinado en 2005 en un atentado del que se responsabilizó a Siria. Tras su salida del Elíseo, Chirac se instaló en un apartamento perteneciente a la acaudalada familia Hariri —que hizo su fortuna en Arabia Saudí— del que solo se mudó recientemente, debido a su delicado estado de salud.
El Gobierno francés ha trabajado duro las últimas semanas para buscar una salida a la crisis libanesa desatada cuando Hariri anunció desde Riad, el 4 de noviembre, su dimisión. En su interlocución televisada, el sunita Hariri dijo temer por su vida y arremetió contra el chiita Hezbolá e Irán, país al que días más tarde acusó de querer crear “un Estado dentro del Estado” en el Líbano, lo que provocó nuevas protestas de Teherán.
Aprovechando su estancia en la región para inaugurar el museo del Louvre en Dubai, Macron realizó la semana pasada una inesperada visita relámpago a Riad, donde se reunió con el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman. Los contactos, ya telefónicos, con todas las partes continuaron durante esta semana y redundaron, el miércoles, en la invitación oficial a visitar París. Un día más tarde, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, anunció que Hariri había aceptado la invitación, tras encontrarse con el político libanés en el marco de otra breve visita a Riad.
Tanto Arabia Saudí como el propio Hariri han rechazado las afirmaciones de que estaba retenido contra sus deseos en Riad. En el Gobierno saudí también causaron fuertes molestias unas declaraciones del ministro alemán de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, dando a entender que Hariri actuaba bajo órdenes de Riad. La noche del viernes, justo antes de partir, Hariri envió un tuit anunciando que estaba ya en dirección al aeropuerto y, citando directamente a Gabriel, afirmó que decir que estaba retenido en Arabia Saudí es “una mentira”.
Tras una reunión en privado con el dimisionario primer ministro libanés, Macron y su esposa, Brigitte, ofrecieron un almuerzo “en familia” a la familia Hariri. Pero esta no está al completo en Francia. Solo el primer ministro y su esposa, Lara, viajaron durante la noche hasta la capital francesa, dejando a sus dos hijos menores en Riad “para completar sus exámenes escolares”, según AFP. Quien sí llegó hasta el Elíseo para participar en el almuerzo fue el hijo mayor, Houssam, que viajó desde Londres.