Estamos en la ciudad de Zalehj, en un valle libanés que hace frontera con Siria. A esta zona llegan huyendo cientos de familias cristianas de Siria e Irak, como la de Mihdam, que reciben alojamiento y atención por parte de la Iglesia Siro Ortodoxa.
Refugiado iraquí en Líbano
“Llegamos aquí de milagro. Nos han dejado sin casa. Yo tenía una empresa, era propietario al cincuenta por ciento y saquearon todo el material y nos robaron los carros. Nos han quitado todo, hasta las alianzas de boda que teníamos y hemos llegado sin nada”
El obispo siro-ortodoxo de la zona, monseñor Boulos Safar, da alojamiento y comida a muchos de ellos. Por eso está empeñado en transformar esta residencia de ancianos en un hogar para familias de refugiados.
Aquí, entre estas paredes, esperan acoger a los cristianos sirios e iraquíes hasta que se encuentre una salida a su situación. Una labor esencial de la Iglesia es la atención a los más pequeños.
“Están muy afectados psicológicamente. Hemos vivido una tragedia. Hemos pasado siete meses sin poder dormir. A uno de mis hijos le ha visto un asistente social por las secuelas psiquiátricas. Ha cambiado mucho. En poco tiempo han pasado de acudir a una escuela en Bagdad a otra del Kurdistán y ahora en el Líbano. No sé cuál va a ser el futuro de mis hijos”.
Desde el año 2010, en el que un atentado en la iglesia de su barrio en Bagdad mató a más de 50 cristianos, la familia de Mihdam no había vuelto a pisar una iglesia. Ahora, en esta localidad del Líbano, han recuperado la esperanza.
Por su parte, monseñor Safar apela a la generosidad de cristianos de occidente para aportar fondos con los que pueda terminar las obras de este albergue.