Alocución del Presidente de la República Libanesa General Michel Aoun.

El presidente Aoun

El 17 de marzo de 2021
Queridas libanesas, queridos libaneses,

Todo se vuelve irrelevante frente a vuestro sufrimiento, que ha alcanzado un nivel que ningún pueblo puede soportar.

A la epidemia que persevera y perdura, se añaden la pobreza, la miseria, el desempleo, la emigración, la sumisión y la pérdida del poder adquisitivo, debido a la subida brusca del dólar americano frente a la libra libanesa, y a la falta de productos vitales, como a la disminución de los medios de sustento, y a una confusión general entre los poderes constitucionales, administraciones e instituciones encargadas de asegurar las necesidades básicas de la vida.
Si bien no nos hemos recuperado aún de la tragedia de la explosión del puerto y de sus catastróficas repercusiones.

Conmoción tras otra, y cada día trae consigo sus cargas y preocupaciones. Así es exacerbada la ansiedad
debido a la incapacidad de tener un mínimo de vida sencilla y decente.

Me he mantenido en silencio para darle tiempo para encontrar soluciones a diferentes niveles, y así evitar más tensiones y divisiones políticas, como también el colapso del sistema económico y financiero, resultado de las políticas equivocadas que han estado vigentes durante décadas.

Tomé el dificil camino de pedir una rendición de cuentas dentro un sistema arraigado por una corrupción institucional y endémica. Todas las barricadas se han erigido frente a mí.

Ustedes saben bien que no estoy acostumbrado a ser sometido ni a rendirme a la hora de defender su dignidad y su buena vida en libertad.

Pero hoy, y bansandome en mi juramento, y después de que el primer ministro designado Saad el Hariri haya presentado unas listas de borradores para la formación del gobierno, que no llenan ni el minimo requisito para el equilibrio nacional y constitucional, llevando al país a un callejón sin salida, le pido a Hariri apersonarse al Palacio de Baabda para formar juntos y de inmediato el gobierno, según los términos previstos en la Constitución para la formación de gobiernos, y sin excusas ni retrasos.

En caso de considerarse incapaz de formar y presidir tal gobierno de salvación nacional, que debe enfrentar la peligrosa situación que causa sufrimiento a la gente y hace estragos en el país, tendrá que ceder el paso a cualquier otra persona capaz de hacerlo.

Tomando en cuenta su responsabilidad constitucional y su conciencia humana y nacional, ya que el sufrimiento popular no perdonará a quien ha sido responsable de la obstrucción, exclusión y la perpetuación de un gobierno de gestión de asuntos corrientes.

Mi invitación es sincera y decidida al primer ministro designado, para elegir de inmediato entre estas dos opciones, donde no servirá de nada permanecer en silencio, y esconderse detrás de barricadas fortificadas. Así podemos salvar al Líbano.

De nada servirán los cargos, ni las acusaciones mutuas en cuanto a las responsabilidades de cada quien si la nación colapsa, y si la gente se convierte en prisionera de la desesperación y frustración.
Entonces no habrá salida salvo la ira.

Viva el Líbano

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