Aoun propone al dirigente suní, que tiene los apoyos de la mayoría de diputados del Parlamento
El ex primer ministro libanés Saad Hariri fue nombrado hoy por segunda vez para ocupar este cargo, después de dos días de consultas parlamentarias del recién electo presidente, Michel Aoun. Hariri obtuvo 112 de los 127 votos con los que cuenta el Parlamento. Tras dos años y medio de vacío político por falta de quórum, los acuerdos alcanzados bajo mesa por los dos bloques políticos libaneses han permitido que en el intervalo de cuatro días el ex general Michel Aoun ocupe la silla presidencial y Hariri sea llamado hoy a formar gobierno.
La nominación del tándem Aoun-Hariri ha despertado esperanzas de un desbloqueo de la crisis política que mantiene al país paralizado desde marzo de 2014 cuando el anterior presidente cumplió mandato. Y sobre todo de que se recobre cierta estabilidad que permita relanzar el crecimiento económico. “No han pasado una simple ley en dos años en el parlamento. ¿Cómo va a invertir nadie aquí?”, protesta Samer Abbas, empresario hostelero. Y sin embargo, los libaneses son conscientes de que mientras dure la guerra en la vecina Siria, las alianzas políticas seguirán siendo extremadamente volátiles. Son precisamente las relaciones con el Gobierno sirio las que partieron el espectro político libanés en dos: con el bloque 8 de Marzo liderado por Hezbolá y aliado de Bachar el Asad, y el del 14 de Marzo liderado por el Partido del Futuro (que encabeza Saad Hariri) y opuesto a Damasco.
Hezbolá, el partido Social Nacionalista Sirio (SSNP, por sus siglas en inglés) y el Baath (antiguo partido único en Siria), todos firmes aliados de El Asad, han sido los únicos en abstenerse en el nombramiento de Hariri. “Es tiempo de pagar la deuda con Hariri”, se limitó a declarar Nabih Berri, portavoz del Parlamento, aludiendo al vuelco que provocó Hariri cuando el pasado 20 de octubre apoyó la candidatura de Michel Aoun a la presidencia. Aoun fue elegido jefe de Estado el pasado lunes con el apoyo de 83 diputados en segunda votación, entre ellos los de Hezbolá. Según el sistema político en vigor en el Líbano, el presidente debe pertenecer a la comunidad cristiana maronita (católica de Oriente), mientras que la jefatura del gobierno corresponde a un musulmán suní y la del Parlamento a un chií.
Los brazos armados de tanto Hezbolá como del SSNP tienen milicianos combatiendo en Siria junto al Ejército regular sirio, ahondando su enemistad con Hariri quien acusa a Damasco del magnicidio que en febrero de 2005 acabó con la vida de su padre, Rafiq Hariri, también ex primer ministro. Hariri ya ocupó el mismo cargo de 2009 a 2011, cuando los parlamentarios de Hezbolá boicotearon su Gobierno hasta que éste dimitió para posteriormente centrarse en sus negocios viviendo a caballo entre París y Riad.
Hariri regresa al cargo mucho más debilitado
Su nombramiento se antoja una victoria amarga, regresando a la jefatura de gobierno pero mucho más debilitado que cuatro años atrás. Hariri ya no es el protegido ni el representante de los intereses de Riad en Líbano, como lo fuera su padre. Igualmente, ha perdido toda la fortuna que heredó llevando a la bancarrota la empresa familiar Saudí Oger. También ha dilapidado la herencia de su capital político, al aceptar lidiar con aquellos a los que acusó de asesinar a su padre, y por lo tanto perdiendo el apoyo de la comunidad suní libanesa, hoy huérfana de líder. Entre el suicidio económico y el político, Hariri se ha decantado por este último con la esperanza de demostrar que tiene algo que aportar a su país y recobrar el respeto de su comunidad. Su fragilidad es hoy inversamente proporcional a la fuerza que cobra la milicia-partido chií Hezbolá en el país y a través de ella su padrino Irán. La potencia chií ha logrado imponerse sobre la Riad suní en el pulso regional que mantienen desde hace décadas.
En las próximas semanas Hariri habrá de formar gobierno, una tarea nada simple que habrá de desvelar si el acuerdo alcanzado entre los dos bloques incluye el reparto previo de carteras ministeriales. Las de energía, defensa e interior son las más codiciadas seguidas por las de exteriores y comunicación, que ambos bloques habrán de repartirse. Con una población de 4,5 millones de personas que profesan 18 confesiones diferentes, el Gobierno contará con hasta 30 ministros. No es seguro que Hariri logre formar Gobierno antes de junio, fecha en la que está previsto que se celebren elecciones parlamentarias. Y de formarse, el nuevo Gobierno seguirá siendo extremadamente vulnerable a las fluctuaciones del conflicto sirio, incluidos el millón y medio de refugiados que acoge Líbano, cuyas negociaciones yacen hoy estancas.