El líder del Movimiento Marada, Suleiman Franjieh, ha subrayado este jueves que mantendrá su candidatura a la Presidencia hasta que el ex primer ministro Saad Hariri deje de respaldarle y apoye a su principal rival, el líder del Movimiento Libre Patriótico, Michel Aoun.
“Cuando el ex primer ministro Hariri apoye al general Aoun, iré al Parlamento a votarle, pero si el general Aoun no tiene oportunidades, tengo derecho a ser el candidato alternativo”, ha dicho.
“El problema con la Presidencia no es sobre mí, y no defraudaré al general Aoun si Hariri le respalda, si bien él sigue apoyando mi candidatura”, ha agregado, en una entrevista a la cadena de televisión libanesa LBCI.
En este sentido, ha manifestado que “el problema con Aoun no es que sea el principal líder cristiano”. “Lo es, pero no es el único líder”, ha remachado, adelantando que entendería que Hariri decidiera finalmente darle su apoyo.
Las palabras de Franjieh han llegado un día después de que Líbano completara dos años de vacío a nivel presidencial debido al bloqueo de las conversaciones para elegir un sustituto para Michel Suleiman, cuyo mandato terminó el 25 de mayo de 2014.
El Parlamento ha celebrado desde la salida del poder de Suleiman casi 40 sesiones para intentar elegir un presidente, si bien todas ellas han sido aplazadas al no alcanzar quórum debido a la falta de un acuerdo previo a la votación.
El boicot ha estado encabezado principalmente por los parlamentarios del Movimiento 8 de Marzo, que argumentan que sólo votarán cuando haya un acuerdo cerrado para elegir a su candidato, Aoun.
Sin embargo, Aoun cuenta con la oposición del Movimiento 14 de Marzo, cuyo líder, Hariri, ha apostado en los últimos meses por la candidatura de Franjieh, que pertenece también al Movimiento 8 de Marzo.
El sistema político libanés contempla que la Presidencia del país debe ser ocupada por un cristiano, mientras que el primer ministro debe ser suní y el presidente del Parlamento, chií.
La falta de acuerdo sobre el sucesor de Suleiman ha llevado al país a sufrir el vacío presidencial más largo en su historia, si bien la situación no ha derivado en un conflicto armado, tal y como ocurrió en 1988 y en 2008.
En las dos ocasiones anteriores, las diferencias a la hora de seleccionar al presidente se saldaron con acuerdos regionales, una opción que parece distante en estos momentos debido a la inestabilidad que sufre Oriente Próximo.