Beirut, 17 ago (PL) Un turbio panorama caracteriza el proceso de formación del Gobierno en El Líbano con intentos desde varios bandos para llevar el debate a límites sin precedentes.
Primero surgió la discordia entre los partidos cristianos Corriente Patriótica Libre (CPL) y Fuerzas Libanesas (FL) por la distribución de ministerios soberanos y que aún no se resuelve.
La CPL, del presidente Michel Aoun y cuyo jefe es el canciller Gebran Bassil, no cede en la entrega a su adversario confesional de carteras entre el Interior, Defensa, Finanzas y Relaciones Exteriores.
Los argumentos de la FL incluyen su ascensión en el parlamento electo, en tanto que, de ocho curules en la versión anterior, ahora posee 15.
También transcurre la exigencia del druso Partido Socialista Progresista, del legendario político Walid Joumblatt, que reclama los tres cargos que el hemiciclo posee para esa variante religiosa del islam, en perjuicio del diputado Talal Aslam.
Esa situación tampoco se ha resuelto.
Y ahora surge otra demanda, la de restablecer relaciones con Siria como condición indispensable para instalar el gabinete.
A esa reclamación, Hariri no estará nunca dispuesto por su rechazo a negociar con los que considera autores del asesinato de su padre, Rafik, en 2005.
Y mientras, la población a la espera de que haya Gobierno en El Líbano y se acabe el novelón de un proceso que dilata ya tres meses y amenaza con ser interminable.
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