En un país multicultural tan diverso como Rusia, el Islam es una religión de gran importancia y parte integral de su cultura y su historia. Es por eso que el Gobierno ruso trabaja para combatir el extremismo y fomentar el Islam tradicional.
“El Islam tradicional es una parte inalienable de la vida espiritual de nuestro país”, señaló el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en septiembre de 2015. El mandatario hizo énfasis en que las “tradiciones del Islam tolerante” se desarrollaron en Rusia durante cientos de años y en que el Estado continuaría ayudando al desarrollo de la teología islámica.
En otras palabras, para el Gobierno ruso el Islam es una religión pacífica y amistosa que no tiene nada en común con las interpretaciones de la misma que han hecho diversos grupos radicales y terroristas.
De ahí que la distinción hecha entre el Islam radical y el tradicional sea de vital importancia no solo para los clérigos musulmanes de Rusia, sino para toda clase de organizaciones seculares del país. Por Islam tradicional se entiende una religión tolerante, basada no solo en el Corán, sino en diversas tradiciones musulmanas, que apoyan la coexistencia pacífica de diversos credos.
Aunque son muchas las diferencias entre los musulmanes a lo largo de toda Rusia, la mayoría de ellos, explica Igor Zagarin, se adhiere a la vertiente sunní de esta religión, una versión mucho más moderada en comparación con los principios extremistas wahabíes de Arabia Saudí.
De ahí que corrientes que llaman a la “purificación” del Islam, como el salafismo y el wahabismo, hayan sido consideradas en Rusia como “sectarias” y “elementos indeseados”, aunque no hayan sido del todo prohibidas: una versión del salafismo más moderada, que se opone a la violencia y es leal al Gobierno ruso, continúa existiendo en el Cáucaso norte.
Otras organizaciones, sin embargo, son consideradas extremistas y han sido proscritas. Entre ellas se encuentran, por supuesto, el EI y Al Qaida, pero también movimientos como el Partido de Liberación (Hizbul Tahrir) y los Hermanos Musulmanes. La razón es que Rusia prohíbe la existencia de formaciones políticas con una base religiosa.
Aun así, concluye Zagarin, el Estado ruso apoya las manifestaciones del Islam basadas exclusivamente en aspectos religiosos, sociales y culturales, sin intentar influir en la política del país.