Israel ha querido instaurar una nueva ecuación de terror que dé ventaja al Ejército israelí sobre Hezbolá, pero el resultado de todas las confrontaciones militares entre ambas partes ha producido el efecto contrario.
Amos Yadlin, director del Instituto de Investigaciones sobre la Seguridad Nacional israelí, ha reconocido abiertamente que Hezbolá ha logrado imponer una ecuación de disuasión que ha atado al Ejército israelí y ha dado a la Resistencia libanesa un margen de maniobra más importante en un posible conflicto.
En un congreso sobre la segunda guerra del Líbano, Yadlin pasó revista a las diferentes etapas que Hezbolá ha seguido a lo largo de su período de confrontación con Israel y que le han permitido conseguir su objetivo de crear un poder de disuasión.
Israel lanzó dos ofensivas de envergadura en 1993 y 1996 contra Hezbolá, que parecía entonces una simple guerrilla, aunque profesional y experta. Sin embargo, estas dos operaciones permitieron a Hezbolá lanzar cohetes, por primera vez, contra la Galilea, después de que el Ejército sionista atacara a la población civil libanesa.
Fue así como Hezbolá logró poco a poco imponer un equilibrio de disuasión, señaló.
Tras la liberación del Sur del Líbano en el año 2000, Hezbolá encontró tres justificaciones para “proseguir su confrontación con Israel”: las Granjas de Shebaa, los detenidos en Israel y el sobrevuelo del territorio libanés por aviones israelíes.
Hezbolá formó una unidad especial para apoyar la lucha de los palestinos en 2000. La operación contra el asentamiento de Metsova en 2002, en la que seis israelíes murieron cerca de la frontera libanesa, fue una muestra de ese apoyo y de la creencia de Hezbolá de que Israel es incapaz de abrir un nuevo frente contra el Líbano al mismo tiempo que libra una confrontación en el interior de Palestina.
Israel apostó entonces por los cambios regionales e internacionales para debilitar a Hezbolá.
Según él, “después del asesinato de ex primer ministro Rafiq Hariri en 2005 y la retirada del Ejército sirio del Líbano, Hezbolá pareció debilitarse frente al ascenso de las fuerzas occidentales. Esto dio a Israel la impresión de que las cosas iban en la buena dirección y que Hezbolá quedaría dislocado automáticamente”.
En este punto, él recordó las declaraciones del ex jefe de Estado Mayor, Moshe Yaalon (2002-2005), que afirmó que las armas de Hezbolá “se oxidarían”.
Sin embargo, lo que pasó en realidad fue que “las capacidades de Hezbolá han mejorado notablemente en especial en lo que se refiere a la adquisición de los misiles de largo alcance”, afirmó.
Él concluyó diciendo: “El Líbano es una herida profunda en el corazón de Israel, sobre todo, tras los duros años de la guerra de guerrillas llevada a cabo por Hezbolá (durante la ocupación por los israelíes de la “zona de seguridad” del Sur del Líbano). El mando del Ejército conoce bien a Hezbolá y ha comprendido que una incursión terrestre en el Líbano costaría muy cara, sin que sea posible lograr ningún éxito claro. No hay ninguna razón, pues, para volver a ese país”.
Yadlin comentó también una constante de los dirigentes israelíes que consideran que “el factor tiempo está de nuestro lado. Ellos afirman que poseemos una fuerza más importante y una mayor capacidad de resistencia y que estamos mejor armados. Un grupúsculo como Hezbolá acabará desapareciendo, afirman”.
A este respecto, Yadlin cree que “esto no será, de ningún modo, el caso”.