La élite política y militar israelí confiaba en que la guerra de Siria debilitaría o neutralizaría a Hezbolá sin implicar a Israel directamente. Es, sin embargo, lo contrario lo que ha sucedido.
Tras el éxito logrado en la liberación de Alepo, numerosos analistas y expertos israelíes no ven ahora ningún medio para debilitar a Hezbolá.
Uno de los más importantes teóricos israelíes, el antiguo ministro de Seguridad, Moshe Arens, es de esta opinión. Según él, ni una operación militar preventiva contra las capacidades de Hezbolá ni los intentos de impedir que consolide su fuerza militar lograrán nada.
Él llega a la conclusión de que cualquier acción israelí contra Hezbolá tendría una eficacia limitada y provocaría graves consecuencias en el frente interno debido al arsenal misilístico del movimiento libanés.
Aquellos que apuestan por una intervención militar directa se decepcionarían muy pronto de sus resultados, señala Arens. Esto explica las dudas de las instituciones políticas y militares israelíes.
En lo que respecta a una posible operación preventiva de Hezbolá, Arens explica: “Es razonable pensar que tal operación no lograría neutralizar todo el arsenal de Hezbolá”. Esa conclusión supone un reconocimiento de que las capacidades misilísticas de Hezbolá que quedarían serían suficientes para causar tremendos daños en la profundidad estratégica de Israel.
Ésta es la razón de que las expectativas israelíes de neutralizar a Hezbolá en caso de ofensiva contra el Líbano se hayan reducido notablemente.
Según Arens, la disuasión bilateral eficaz que existió entre EEUU y la Unión Soviética durante la guerra fría no sirve con Hezbolá debido a sus capacidades de resistencia y su confianza en la victoria, según sus términos. Él dijo, en ese sentido, que “la disuasión israelí no impidió a Hezbola lanzar misiles durante la Segunda Guerra del Líbano”. Ella tampoco impidió a Hamas y el Yihad Islámico combatir contra Israel durante las guerras de Gaza de 2009 y 2014.
En cuanto a la amenaza israelí de destruir gran parte de Líbano, Arens la ve como una parte de la ecuación, pero considera dudosa la posibilidad de que sirva como elemento de disuasión.
“La destrucción causada por Israel provocaría represalias de Hezbolá a través de ataques estratégicos cuya eficacia destructiva podría exceder con mucho todo lo que Israel ha conocido en su historia”, señaló.
Según él, el factor clave para abortar cualquier intento de llevar a cabo una guerra preventiva y para disuadir a Hezbolá de tomar represalias es el hecho de que Israel admita abiertamente que Hezbolá tiene la capacidad de llevar a cabo fuertes ataques en la profundidad estratégica de Israel.
Ésta es la razón por la que Arens evoca la falta de preparación del frente interno de Israel debido a la cantidad enorme de misiles de Hezbolá. Él señala que es imposible suministrar refugios a 8 millones de israelíes sin hablar de los enormes daños que sufrirían las infraestructuras, fábricas y otras instalaciones israelíes.
Indirectamente, Arens revela hasta qué punto Israel apostó por una victoria de los grupos terroristas armados en Siria, pero ahora tal apuesta ha fracasado frente a la resistencia de ese país y de Hezbolá.