Bajo el lecho marino del litoral del Líbano podría haber enterrados unos 850.000 millones de metros cúbicos de gas natural y 660 millones de barriles de petróleo.
Si las estimaciones son correctas, el país podría generar más de 100.000 millones de dólares en ingresos petroleros en los próximos 20 años, según prevé un estudio del Credit Libanais Bank.
Años de crisis política han ido postergando la búsqueda de hidrocarburos en aguas profundas del Mediterráneo oriental, pero por fin el Parlamento libanés ha conseguido aprobar dos decretos para iniciar la exploración energética en alta mar, lo que podría traer años de bonanza.
Sin embargo, para pasar a formar parte del elitista ‘Club de países productores de Petróleo’ el Líbano todavía deberá recorrer un camino largo y peligroso.
“El Líbano ha superado muchos desafíos internos para poder llegar tan lejos en el desarrollo de su sector petrolero”, explica a El Confidencial Mona Sukari, experta en el sector energético.
“Se ha necesitado mucho trabajo para superar los numerosos obstáculos que se interponían en el camino desde 2013 (cuando comenzó la fase de concesión de licencias).
El Gobierno se ha visto limitado a la hora de aprobar los decretos para iniciar el proceso de exploración en alta mar porque siempre surgían disputas sectarias o la falta de transparencia”, añade. Con ello se refiere, entre otras cosas, a la corrupción, una enfermedad crónica en el Líbano, y al régimen confesional que marca la vida política desde el fin de la guerra civil en 1990.
“Con Arabia Saudí e Israel tratando de contener la expansión de Irán, el Líbano podría convertirse en el escenario para una guerra de poder regional”
Después de años de tensiones y demoras, el Gobierno libanés acordó en enero de 2017 una fórmula para dividir los bloques donde se encuentran las reservas de hidrocarburos a largo de la costa libanesa sobre una base política, geográfica y sectaria. Así, pudo empezar a conceder licencias a las compañías petroleras extranjeras.
Tres empresas extranjeras se hicieron con la licencia para explotar a “la gallina de los huevos de oro”: la francesa Total, la italiana ENI y la rusa Novatek, que firmarán el contrato a finales de este mes.
El consorcio de empresas petroleras internacionales, que ganó la licencia para perforar en mar abierto, comenzará en 2019 con las actividades extractivas de hidrocarburos en el Bloque 4 y Bloque 9 (que limita con aguas territoriales de Israel).
La frontera marítima entre Israel y el Líbano ha sido un tema candente durante años entre los dos países, que técnicamente todavía se encuentran en estado de guerra.
Hay una franja de mar de 860 kilómetros cuadrados que reclaman tanto Beirut como Tel Aviv. Israel y el Líbano delimitaron de forma unilateral su zona económica exclusiva, por lo que ninguna de las dos demarcaciones tiene todavía el reconocimiento legal definitivo.
¿Por qué el Líbano quiere comenzar a explotar sus reservas de petróleo en el Mar Mediterráneo en la zona disputada con Israel?
La respuesta del Gobierno libanés es que el Bloque 9 tiene un alto potencial y para poder atraer el interés de las compañías petroleras internacionales a las costas del Líbano es mejor ofrecer las áreas más prometedoras.
No obstante, el aventurarse a explorar el subsuelo de la “línea azul” marítima podría tener implicaciones regionales. Hasta ahora, todos los esfuerzos de la ONU para resolver esa disputa territorial han fracasado. Se conoce como la “línea azul” a la frontera trazada por Naciones Unidas en el año 2000 entre Líbano e Israel, que va desde las granjas de Chebaa hasta la ciudad costera de Naqura.
No obstante, esta “línea” no se extendió al mar, lo que desencadenó en una nueva disputa por el control de las reservas de petróleo en aguas internacionales.
Un proyecto de ley israelí para trazar los límites de las aguas territoriales volvió a caldear los ánimos en el Líbano el año pasado. Según publicó el diario británico ‘The Independent’ en marzo de 2017, basándose en fuentes israelíes, “Israel busca anexar la franja de mar de 860 kilómetros cuadrados que se disputan los dos países vecinos y que, se cree, es rica en reservas de gas”.
La tensión, en máximos
La decisión tomada por Israel sobre las aguas territoriales se consideró “una declaración de guerra contra El Líbano”, advirtió por aquel entonces el presidente del Parlamento, el chií Nabih Berri.
Aunque en este caso solo se trató de amenazas verbales, la tensión entre Beirut y Tel Aviv podría estallar en cualquier momento si cualquiera de los dos países decidiera apropiarse de las aguas disputadas.
La tensión geopolítica entre Israel y la milicia chií libanesa Hezbolah se basa en cuestiones que van más allá de la explotación de los recursos energéticos, una tensión que alcanzó su punto máximo durante el pasado año.
“Con el conflicto sirio llegando a su fin y Arabia Saudí e Israel tratando de contener la expansión de Irán en la región, el Líbano podría convertirse en el escenario para una guerra de poder regional.
En ese contexto, las actividades petroleras en las aguas disputadas podría utilizarse como desencadenante de la guerra”, advierte a El Confidencial Basam Lahud, analista político de la Universidad Libanesa Americana (AUL)
La comunidad internacional está pendiente de que la exploración de petróleo y gas en el Mediterráneo pueda azuzar las hostilidades entre Israel y Hezbolah. A finales del año pasado se celebró un encuentro, auspiciado por la ONU, entre funcionarios libanes e Israelíes para debatir, por primera vez, la demarcación de la frontera marítima.
El interés por mantener la estabilidad se refleja también en el hecho de las empresas que patrocinarán al Líbano para que ingrese en el “club de los productores de petróleo” sea un consorcio europeo-ruso.
Hay dos factores claves para que el Líbano pueda garantizar la producción de petróleo, cuyos beneficios económicos comenzarán a llegar en el año 2023 si el plan sigue su curso.
“Primero, lograr un acuerdo entre los líderes libaneses y mantener el statu quo en la frontera libanesa-israelí”, explica el economista libanés Nicolais Sarkis.
Una vez que expire la fase de exploración en 2022, coincidiendo con nuevas elecciones parlamentarias, al próximo Parlamento “le tocará debatir y votar un proyecto de ley para la creación de un fondo soberano para preservar e invertir los excedentes de la producción de petróleo y gas”, explica el economista.
Sartis enfatiza que el Líbano es el único país en Oriente Medio que no posee una compañía petrolera estatal.
“No es normal excluir al Estado de la ronda de licencias e impedir que se involucre en las actividades petroleras del país. Tal cosa no existe en ninguna parte del mundo, incluso ni los países más corruptos“, critica.
Sarkis no es demasiado optimista con la idea de que el Líbano se convierta en un importante exportador de gas y petróleo.
“La demanda de electricidad en el país es lo suficientemente grande como para absorber la producción de energía al menos en las próximas dos décadas”, sostiene.