La explosión de un coche bomba ha causado la mayor matanza del año en Bagdad
El terror del ISIS, un culto de la muerte encarnado por fanáticos suníes, se ha vuelto a ensañar en Irak con la mayoritaria población chií. Apenas cinco días después del ataque suicida que sembró el terror en el aeropuerto Atatürk de Estambul, la explosión de un coche bomba en el distrito de Karrada de Bagdad se ha cobrado al menos 213 muertos y unos 200 heridos, según un balance aún provisional. Es el atentado más grave en la capital iraquí este año.
Una zona comercial con una conocida heladería fue el objetivo de los yihadistas, en la madrugada del domingo, en una de las más concurridas noches del final del Ramadán. Un conductor suicida hizo estallar un vehículo de transporte refrigerado cargado de bombas que detonó cerca de la popular heladería Yabar Abu al Sharbat de Karrada, en medio de la multitud que celebraba la noche de Ramadán y la cercanía de las festividades que siguen al mes sagrado musulmán a comienzos de la semana que viene. La explosión destruyó varias tiendas aledañas en el barrio.
El Daesh (acrónico árabe de Estado Islámico) asumió la autoría de la masacre, una de las más mortíferas registradas en Irak en lo que va de año: “En el marco de las permanentes operaciones de seguridad de los soldados del califato en la ciudad de Bagdad, el muyahidín Abu Maha al Iraqi logró hacer estallar su coche bomba en una concentración de renegados [en alusión a los musulmanes chiíes]”.
El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, fue abucheado e increpado por vecinos del distrito de Karrada, algunos de los cuales lanzaron piedras a su convoy. A pasar de la airada reacción popular, Al Abadi dijo en el mismo lugar del ataque que “los terroristas, después de haber sido aplastados en los campos de batalla, cometen ataques desesperados”.
Al Abadi se refería a la reciente reconquista de Faluya —una estratégica ciudad situada a las puertas de Bagdad— tras encarnizados combates entre las fuerzas leales a Bagdad y las milicias del Estado Islámico, que han vuelto a emprender la retirada. La ofensiva en marcha contra Mosul, la principal ciudad que sigue en manos del ISIS en el norte de Irak y donde el grupo proclamó su califato hace dos años, amenaza con dejar a los yihadistas sin apenas control sobre la población suní y, en consecuencia, sin la razón de su existencia como organización que aspira a sostener un Estado.
La explosión de otro coche bomba sembró poco después el terror en el mercado de Shalal, al noreste de Bagdad y de población también mayoritariamente chií. Este segundo atentado causó un muerto y cinco heridos.