La víspera, Aoun recibió al jefe de la Seguridad General de El Líbano, general de división Abbas Ibrahim, a quien solicitó investigaciones para comprobar si hay inelegibilidad entre los naturalizados.
Así, el jefe del Estado tomó en cuenta denuncias de partidos políticos respecto a maniobras sospechosas en esa decisión rubricada por Aoun, el primer ministro, Saad Hariri, y el titular del Interior, Nouhad Machnoui.
Aoun e Ibrahim acordaron revisar el decreto y conceder ciudadanía solo a quienes lo merecen, de acuerdo con fuentes cercanas al palacio presidencial.
Lo raro del asunto, según los analistas, es que son hombres de negocio la inmensa mayoría de los beneficiados y que la medida la firmaron hace un mes y solo ahora sale a la palestra.
De acuerdo con la percepción popular, hubo pago en efectivo para recibir la ciudadanía, pues solo la otorgan en casos muy excepcionales.
Desde el final de la guerra civil libanesa (1975-1990), ese tema deriva encontronazos entre cristianos y musulmanes, los grupos confesionales más importantes del país.
Aquel conflicto armado que dejó un saldo de unos 150 mil muertos, se originó por una distribución de mando y poder que manifestara un equilibrio religioso.
Hasta el acuerdo de Taif, Arabia Saudita, en 1989, que puso fin a la contienda, el parlamento libanés, de 99 escaños, lo integraban 54 cristianos y 45 musulmanes, y entre los capítulos de aquel pacto, se estableció un hemiciclo de 128 asientos con paridad confesional.
En el decreto de marras, se les otorga ciudadanía a 260 cristianos y 115 musulmanes, a causa de lo cual hay sospechas de intenciones malsanas.
Cuestiones como la polémica medida, ocurrieron en el pasado por medio de componendas entre políticos, pero si, y solo si, había un equilibrio entre las sectas.
Con anterioridad, el presidente Aoun ordenó favorecer a oficiales que estuvieron bajo su mando, en su mayoría de confesión cristiana.
Por supuesto que esa medida provocó escozor dentro de las filas islámicas, empero hubo un arreglo para evitar males mayores y una correspondiente rectificación.
La reculada de Aoun tal vez allane el camino para anular el decreto e incluso se informó que algunos de los favorecidos son objeto de investigación.
Pero se cree que, al decreto reciente, lo seguirán otros similares durante el mandato de Aoun.
Si bien no es raro que los presidentes salientes firmen decretos de naturalización, el corriente jefe de Estado rompió la regla al hacerlo a mediados de su segundo año.
Quién sabe cuáles razones influyeron en una medida que sale a flote en medio de un proceso de formación de Gobierno e introduce un elemento más de discordia en el panorama político libanés.