En el Líbano, la red de corruptos en puestos clave del Estado sigue bloqueando el lanzamiento de la auditoría forense. Activar esta auditoria es la única forma de desenmascarar a estos corruptos, y proporcionar evidencia de su mala gestión y malversación de fondos públicos a lo largo de los últimos 30 años, lo que generó el colapso económico del país del cedros.
El mundo entero está pidiendo esta auditoría como previo requisito para cualquier discusión con el gobierno libanés, con el fin de ayudarlo a salir de la crisis.
Después de la dramática explosión en el puerto de Beirut, el presidente francés fue precisamente el primer jefe de estado occidental que acudió en ayuda del Líbano. Además, la auditoría forense fue la punta de lanza de lo que se ha denominado “la iniciativa francesa”.
Asimismo, el FMI exige la realización de esta auditoría como condición previa para discutir toda posibilidad de apoyo financiero al Líbano.
Entre toda la clase política libanesa, solo el presidente de la República, General Michel Aoun, se desmarcó de ésta última, y esta determinado en permitir que esta auditoría salga a la luz pública.
En realidad, esta clase politica, mejor dicho, los poseedores del sistema político-mafioso que han gobernado el país desde los acuerdos de Taef, están haciendo todo lo posible para evitarla.
El primero de ellos fue el anterior ministro de Hacienda, Ghazi Wazni, quien manipuló el texto del acuerdo final con la empresa Álvarez y Marsal, encargada de esta auditoría, lo que le cerró a la empresa el acceso a las cuentas del estado.
Este ministro es uno de los tantos subordinados del presidente del parlamento libanés, Nabí Berri, quien está encaramado en su puesto desde 1992, y considerado unánimemente como el padrino del sistema político vigente.
El segundo no es otro que el gobernador del banco central Riad Salameh, también en su cargo desde 1993, conductor de todas las manipulaciones bancarias y del famoso Esquema Ponzi, que ha arruinado el país y empobrecido a los ciudadanos. Salameh aún se niega a proporcionar los elementos clave que deberían permitir que Álvarez y Marsal avance en sus investigaciones.
Es importante recordar a este nivel que el Sr. Salameh está siendo procesado en varios países europeos, entre ellos, Francia, Suiza, Gran Bretaña y Luxemburgo por varios cargos, los cuales incluyen enriquecimiento ilícito y lavado de dinero agravado.
El mundo entero está llamado a desempeñar un papel decisivo para que esta auditoría llegue hasta el final.
Entre todos los países, Francia es sin duda el más afectado por su proximidad geográfica, histórica y humana.
La diáspora Libanesa en Francia y Europa se dirige a los representantes del pueblo francés y a sus dirigentes, para pedirles toda la firmeza que puedan aportar para denunciar y disuadir a todos aquellos que impiden que esta auditoría continúe su camino, y para apoyar al presidente de la República libanesa en esta lucha.
El colapso del Líbano será trágico para los libaneses, pero más dramático y peligroso aún para los países vecinos, y sobre todo para Europa.
Hay que recordar que el Líbano es un país que alberga a más de 1,5 millones de refugiados sirios que corren el riesgo de invadir Occidente. Además, este colapso sería sin duda el preludio de un estallido de violencia y terror que amenaza con volver a engullir a toda la región.
La pacificación de la situación y la organización de la salida de la crisis constituyen la única base para evitar lo peor, cuya clave es la auditoría forense.