Beirut, 21 oct (PL) Hábiles estocadas políticas, recelos sectarios y algo de nostálgicos cobros de factura de una sangrienta guerra civil interactúan hoy en el enrevesado escenario libanés mientras se intenta acabar con un vacío presidencial de casi 29 meses.
El líder del movimiento Mustaqbal, el sunnita Saad Hariri, decidió avalar la candidatura a la Presidencia del jefe del bloque Cambio y Reforma (CR), el cristiano maronita Michel Aoun, cuya nominación defendió el movimiento chiita Hizbulah, principal rival del primero y liderado por Hassan Nasrallah.
Varios analistas en Beirut coinciden en apreciar la aparente concesión del jefe de Mustaqbal (Futuro, en árabe) como una segunda y hábil estocada para despojar de argumentos a Hizbulah (Partido de Dios), obviamente, luego de tener el visto bueno de Arabia Saudita.
La agrupación líder de la Resistencia chiita mantiene inamovible la postulación de Aoun para el principal cargo del país y boicoteó con su inasistencia y la de sus aliados más cercanos las 45 convocatorias consecutivas del parlamento para elegir al jefe del Estado.
El Líbano está sin presidente desde que Michel Sleiman concluyó su mandato constitucional el 25 de mayo de 2014, en un momento de fuerte antagonismo entre los principales actores políticos del país y de creciente enemistad entre Irán y Arabia Saudita, potencias regionales con gran incidencia aquí.
Un primer ardid de Hariri fue en noviembre de 2015 cuando postuló, a nombre del bloque 14 de Marzo (que encabeza Mustaqbal) a Suleiman Franjieh, líder del movimiento Marada, a pesar de ser aliado de Hizbulah en la bancada 8 de Marzo y amigo de la infancia del presidente sirio, Bashar Al-Assad.
En una posición nada cómoda, Franjieh defendió su nominación y hace días afirmó que se mantendría en la lid, al menos hasta el 31 de octubre, fecha de la convocatoria 46 hecha por el presidente de la cámara, Nabih Berri.
Con el espaldarazo del exjefe de gobierno a Aoun, Hizbulah carece de razones para seguir el boicot parlamentario, pero también surgen dudas sobre el éxito de la elección del que -en teoría- es ahora el candidato único.
Tras la reunión del jueves con Hariri para sellar el apoyo de éste, el fundador del Movimiento Patriótico Libre (MPL) hizo una visita de ‘cortesía y actualización’ a Berri en su residencia oficial de Ain El-Tineh, en Beirut, pero el encuentro pareció útil sólo para decirse verdades a la cara.
‘Es importante informar al presidente (del parlamento) Berri del proceso del asunto presidencial (…) la atmósfera fue positiva y respetamos su opinión’, dijo Aoun tras la reunión, mientras su anfitrión acotó que ambos se escucharon y los ‘desacuerdos no estropearán la amistad’.
Caudillos de facciones armadas enfrentadas durante la guerra civil libanesa (1975-1990), Berri y Aoun mantienen una relación equidistante y de respeto mutuo, pero evidentemente sin pasar página a algunos de los episodios políticos más nefastos de la historia reciente de este país árabe.
Según el líder de CR, intercambiaron puntos de vista sobre situaciones actuales y se hicieron aclaraciones porque ‘estamos viviendo en una atmósfera de rumores absurdos’, y admitió que ‘estamos buscando el apoyo de Berri …, pero respetamos su libertad de tomar la decisión que desee’.
Berri, veterano político jefe del movimiento chiita Amal, objetó la candidatura de Aoun, y medios locales le atribuyeron declaraciones en las que acusó al líder cristiano y al exprimer ministro sunnita de ‘buscar un acuerdo bilateral para marginar a los chiitas del poder’.
Fuentes cercanas al presidente del parlamento aclararon a Prensa Latina que sus comentarios apuntaban a que ‘no boicoteará las sesiones electorales, a pesar de rechazar votar por Aoun, y felicitará a quien resulte favorecido en la cámara’.
Si en 2015 Hariri puso a prueba la cohesión del 8 de Marzo al nominar a Franjieh, ahora volvió a provocarlo al desatar discrepancias entre Nasrallah y Berri, pero a riesgo de acentuar también la división en el 14 de Marzo.
Hariri estimó hoy improbable que se aplace la votación del 31 de octubre, en referencia a reportes de que Hizbulah podría proponerlo para dar tiempo a que se apaciguen las tensiones entre sus dos aliados: Amal y el MPL.
Por otro lado, el ministro libanés de Justicia, Ashraf Rifi, desertor de Mustaqbal desde el año pasado cuando Hariri postuló a Franjieh, dejó claro que sus partidarios sunnitas con ascendente fuerza en el norte del país rechazarán a Aoun como ya hicieron con el jefe de Marada.
Rifi y Hariri, alineados por completo con Arabia Saudita, son acérrimos críticos de Al-Assad, el Partido de Dios e Irán, pero el primero se ufana de ser más radical en ese tema e incluso renunció al gobierno tras denunciar que estaba siendo controlado por la agrupación chiita.
Reveló que el embajador saudita en Beirut le trasmitió el deseo de que se reconciliara con Hariri, pero se negó, aunque mantiene nexos con Mustaqbal.
‘No habrá elección presidencial … ni aceptaremos a los diputados Aoun o Franjieh. Resistiremos frente a quien adopte el proyecto sirio-iraní, El Líbano no será entregado al eje de Irán o del régimen sirio’, remarcó.
Desde una percepción diametralmente opuesta, el jeque Mohammed Yazbek, jefe del Consejo Jurídico de Hizbulah, admitió que la elección del jefe de Estado es un ‘tema regional’ y culpó a Riad de dilatarlo y obstruirlo.
Como el mejor de los culebrones -incluida su extensa duración-, la elección del presidente libanés aporta escenas de pasión, odio, resabios, artimañas, reconciliación, suspense y, previsiblemente, final feliz, con el añadido del omnipresente factor sectario-confesional.
Ulises Canales