Transcurridas dias del cierre de los colegios electorales, el ministro del Interior libanés, Nohad Machnouq, anunció este miércoles los esperados resultados de las legislativas . El retraso se ha debido, según los observadores electorales, a las dificultades técnicas encontradas a la hora de realizar el conteo de votos tras la adopción en estos comicios, los primeros en casi una década, de una nueva y compleja ley electoral basada en la proporcionalidad. El reparto final de escaños no entraña sorpresas y coincide con el preliminar avanzado por los diferentes partidos políticos.
“La realidad es que los resultados apoyan la ecuación en el Líbano, esa que llamamos ´la ecuación dorada´: el Ejército, el pueblo y la resistencia”, dijo el portavoz del parlamento libanés, Nabih Berri, en declaraciones recogidas por la agencia AFP.
La coalición liderada por el partido chií Hezbolá sale reforzada por las urnas al sumar cuatro escaños y posicionarse como fuerza mayoritaria con 30 (13 de ellos de Hezbolá) de los 128 diputados. Favorecidos por el nuevo sistema electoral, los dos partidos cristianos mayoritarios enfrentados, el Movimiento Patriótico Libre (MPL) del presidente Michel Aoun, y las Fuerzas Libanesas, de Samir Geagea, han sido los otros dos grandes vencedores. El primero ha sumado cinco escaños para alcanzar los 29, mientras que el segundo ha casi doblado el número de sus diputados con 15.
El gran perdedor de los comicios ha sido el partido El Futuro, mayor bloque suní del país que lidera el actual primer ministro, Saad Hariri. Este ha perdido 12 de los 33 escaños que tenía en 2009 dejando de ser la fuerza mayoritaria en el hemiciclo y cediendo el puesto a sus contrincantes del tándem chií Hezbolá-Amal (este último presidido por Nabih Berri).
“El pobre resultado del partido de Hariri ha puesto en evidencia la realidad de la fragmentación del bando suní”, valora en conversación telefónica en Beirut Wadih al Asmar, miembro de la junta directiva de la plataforma independiente Kuluna Watani. “Queda por ver si se forma un gobierno de unidad o por el contrario uno de mayoría versus oposición”, acota. Los principales líderes políticos han llamado a la inmediata formación del nuevo Gobierno que habrá de refrendar o nominar al primer ministro.
El voto preferencial añadido en la nueva ley electoral ha supuesto el caballo de Troya en el sistema confesional para los independientes de la sociedad civil que desafían por primera vez a los poderes tradicionales sectarios. Un bloque que se ha estrellado en las urnas obteniendo un solo escaño: el de la periodista Paula Yaccoubian.
A pesar de la histórica participación de mujeres candidatas en las parlamentarias, con 86 de entre los 595 contendientes, tan solo seis han logrado salvar la carrera de obstáculos del orden patriarcal y pisar el Parlamento. “Seguiremos pujando por la instauración de una cuota de género en un país donde sobran las cuotas confesionales y así aupar a las mujeres en la desigual competición”, reivindica en Beirut Joelle Abou Farhat Rizkallah, cofundadora de la organización Women in Front.
Se han registrado cerca de 4.000 quejas (11.000 menos que en 2009), según Omar Kabboul, de la Asociación Libanesa para Elecciones Democráticas (LADE).
El partido cristiano del presidente Aoun, clave para la formación del nuevo gobierno
Las elecciones se han visto marcadas por la baja participación del 49.2% (cinco puntos menos que en 2009) y precedidas por inusitadas alianzas electorales que han fragmentado el espectro político. En 2009 el Ejecutivo libanés quedó dividido entre dos bloques enfrentados liderados por el suní Hariri y el chií Hezbolá con Siria como telón de fondo. Por su parte, los partidos cristianos quedaron absorvidos de lado y lado. Unas alianzas que se antojan hoy caducas después de que el Líbano haya sobrevivido a una década marcada por sobresaltos y el contagio de la guerra siria.
Los partidos tienen de plazo hasta el 20 de mayo para fraguar nuevas coaliciones y formar el nuevo Gobierno. Será el partido cristiano del General Aoun, con 29 diputados y hasta ahora aliado de Hezbolá, y el siempre pragmático líder druso, Walid Yumblat, que cuenta con nueve escaños, quienes determinen hacia qué bando se incline la mayoría parlamentaria.
El Presidente Aoun ha sido un firme aliado en la política doméstica y regional del Partido de Dios durante los dos últimos lustros tras enterrar el hacha de guerra que mantenía con la dinastía El Assad. Sin embargo, el MPL ha mantenido una doble estrategia con el yerno de Aoun y ministro de exteriores, Gebran Bassil, sellando alianzas con Hariri en varios de los 15 distritos electorales. “Todo apunta a un retorno a la entente previa al asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri [en 2005 y padre del actual] del reparto de poderes con Hariri a cargo de la economía y Hezbolá y sus armas de la política de defensa nacional”, opina El Asmar.
La formación del nuevo Gobierno está sujeta al corsé sectario que divide salomónicamente el hemiciclo entre cristianos y musulmanes, a pesar de que el último censo oficial del país se realizó en 1932. Y ello, en un país donde, por ley, el Presidente ha de ser cristiano maronita, el primer ministro, musulmán suní, y el portavoz del parlamento, musulmán chií. Los principales escollos políticos como la situación de los 1,5 millones de refugiados sirios, la política de ´disociación regional´, la subida de impuestos o las armas de Hezbolá han acaparado los más acalorados debates durante la campaña electoral.
Los comicios libaneses prometen redibujar el nuevo statu quo regional con la victoria política del bando Hezbolá-Irán que se suma a la militar obtenida en Siria. El empoderamiento chií regional irrita tanto a su archienemigo saudí, que no atraviesa sus mejores momentos con su aliado Hariri, como al israelí que, en la madrugada del miércoles, realizó el segundo ataque con misiles contra efectivos de la Guardia Revolucionaria iraní desplegados en Siria, matando a ocho de ellos según el recuento del Observatorio Sirio.