El conductor, según el Ministerio del Interior, fue abatido por disparos de la policía. Se le ha identificado como un francés de origen tunecino
En Niza, el terror vuelve a golpear a Francia, objetivo prioritario del yihadismo. Decenas de personas —84, según el último balance provisional del Gobierno francés— han muerto atropelladas por un camión lanzado contra una multitud durante los festejos del 14 de julio, fiesta nacional francesa, en el Paseo de los Ingleses de Niza. Hay 202 heridos, 50 de ellos en estado crítico, según ha revelado la fiscalía francesa. En una comparecencia esta madrugada, el presidente francés, François Hollande, ha señalado que “no se puede negar el carácter terrorista del ataque”. El Ministerio del Interior ha identificado al atacante como un francés de origen tunecino de 31 años, conductor de camiones. Ningún grupo se ha atribuido la autoría del ataque de Niza.
El vehículo atropelló a gran velocidad y a lo largo de casi dos kilómetros a grupos de congregados para ver los fuegos artificiales en la noche del jueves, dejando un reguero de muerte y de escenas de pánico a su paso. El conductor -Mohamed Lahouaiej Bouhlel, de 31 años, nacido en M´Saken (Túnez)- fue abatido por disparos de la policía, según ha informado el Ministerio del Interior. Antes, le dio tiempo a efectuar varios disparos, aunque no alcanzó a nadie.
El presidente francés ha llegado este viernes a mediodía a Niza. La policía ha efectuado a lo largo de la mañana varios registros en un barrio del norte de Niza, donde vivía el atacante. El hombre, según varios medios franceses, estaba fichado por delitos comunes, entre ellos violencia doméstica, pero no por vínculos con grupos terroristas.
La fecha elegida para el ataque es muy significativa: la fiesta nacional es una demostración de unidad en torno a las fuerzas armadas, hoy implicadas en los frentes de Oriente Próximo y África para combatir a los yihadistas.
La matanza demuestra que Francia debe prepararse para otros atentados de nuevo cuño similares: cometidos por un solo individuo con escasos medios y logística. El terror entra en una nueva fase. Es la confirmación de avisos recientes de los expertos, mientras lo ocurrido ha echado por tierra la tesis oficial de que el mayor peligro ya había pasado y había llegado el momento de bajar el nivel de alerta.
El autor no necesitó infraestructura ni grandes gastos. Solo alquilar tres días antes un camión muy cerca del objetivo. Mohamed Lahouaiej Bouhlel era un hombre “totalmente desconocido de los servicios de información”, como contó ayer el fiscal de París, François Molins, encargado del caso. Tan solo una condena en marzo por agredir a otro conductor en un altercado de tráfico.
En pleno proceso de divorcio de su mujer, también tunecina, este reservado y hosco vecino de Niza se ha convertido en el gran verdugo de la ciudad de un día a otro. Durante dos kilómetros, embistió con el camión a adultos y niños. “Rebotaban en el frontal del camión o eran aplastados”, han contado varios testigos.
Entre los muertos, diez niños y adolescentes. En los hospitales, 25 heridos se debaten entre la vida y la muerte. “Nos enfrentamos a una guerra”, dijo el primer ministro, Manuel Valls.
Pero la guerra ha cambiado esta vez y el Gobierno no lo esperaba. Diez horas antes del ataque, el presidente François Hollande había anunciado que el estado de excepción vigente desde noviembre se levantaría el próximo 26 y que los 10.000 militares en la calle pasarían a ser 7.000. Este viernes tuvo que dar marcha atrás en las dos medidas mientras la oposición le exigía más dureza
Ningún grupo se ha responsabilizado de este nuevo atentado, de factura diferente a los recientes en Francia –preparados, hechos por yihadistas entrenados, con alarde logístico-, pero Hollande y Molins han aportado dos datos concretos: para el presidente, “no se puede negar que es un atentado”; para el segundo, la matanza responde “exactamente” a lo que ordenan y predican los movimientos yihadistas.
Es decir, ataques por todos medios –cuchilos, coches…- contra los no creyentes, y especialmente contra “los sucios franceses”, como pedía el ISIS en un mensaje en 2014.
Este salto cualitativo, aún más difícil de prever, es el que anunció hace tres meses el jefe de los servicios de espionaje interior, Patrick Calvar. Auguró “un nuevo tipo de ataque” en lugares de gran afluencia de público “para crear un clima de pánico”. Y es lo que vienen anunciando los expertos en paralelo a la pérdida de terreno en Siria e Irak por parte del ISIS.
“Un nuevo tipo de ataque”
Antes de lo ocurrido en Niza, tanto Hollande como los principales responsables de seguridad del país se habían declarado satisfechos de que la Eurocopa, que durante un mes ha atraído a Francia a cientos de miles de aficionados, se haya desarrollado sin incidentes graves ni atentados. La calma se ha roto. Tras el atentado de Niza, Hollande ha anunciado que el estado de excepción se prorroga tres meses. El mandatario ha pedido esta madrugada “vigilancia absoluta” tras este nuevo ataque cuyo “carácter terrorista no puede negarse”.
La Eurocopa de fútbol era el evento más sensible ante el peligro de que los yihadistas pudieran cometer un atentado. En mayo, el jefe de los servicios de espionaje interior, Patrick Calvar, alertó de la posibilidad de que el ISIS practicara en Francia “un nuevo tipo de ataque”: hacer estallar bombas en lugares de gran afluencia de público “para crear un clima de pánico”.
Aunque no con bomba, sino con un camión, es lo que ha ocurrido en Niza. Y con la fórmula brutal y de escasos medios habitualmente usada por suicidas en Irak o Siria. “Nunca hemos negado la amenaza. El riesgo cero no existe”, repetía esta madrugada el portavoz del Ministerio del Interior. A medida que el ISIS pierde terreno en Oriente Próximo, aumenta la posibilidad de atentados en Occidente, según han coincidido en afirmar estas semanas distintos expertos.
Los fuegos artificiales en la noche de la fiesta nacional constituyen un evento típico en las principales ciudades francesas. Desde el año pasado, son sometidos a especiales medidas de seguridad. En París, el perímetro de seguridad incluía más de un kilómetro en torno a la torre Eiffel. Para acercarse a ver los fuegos, había que pasar uno o dos controles de policía por calles cerradas al tráfico.
El Consejo Francés de Culto Musulmán ha condenado de madrugada este ataque “odioso y abyecto” ejecutado en plena fiesta nacional, “que celebra los valores de libertad, igualdad y fraternidad”.
París sufrió varios atentados la noche del pasado 13 de noviembre que causaron la muerte de 130 personas y heridas a más de 250. El mayor número de fallecidos ocurrió en la sala Bataclan de la capital francesa, donde se estaba celebrando un concierto de la banda Eagles of Death Metal. En enero de 2015, tres yihadistas también causaron una matanza en la revista satírica Charlie Hebdo y en un supermercado de comida judía.