21 de abril de 2021
El asalto de las fuerzas de seguridad interior contra los manifestantes pacíficos que se encontraban esta tarde en la vía pública, sin infringir la propiedad pública o privada, ni agredir a ningún miembro del personal de seguridad.
Todo lo que estaban haciendo era expresarse su derecho de forma pacífica, civilizada y democrática por recuperar el dinero del pueblo libanés saqueado y estafado, y permitir que el poder judicial completa sus investigaciones para determinar el destino de los fondos transferidos al exterior de manera discreta, sin ningún criterio moral, profesional o legal.
La tarea de las fuerzas de seguridad es preservar la seguridad de los ciudadanos y los manifestantes, que están expresando las aspiraciones del pueblo en su lucha contra la corrupción, y detener el robo de su dinero. No es su misión atacar a los ciudadanos, golpearlos y derramar su sangre, como si estas fuerzas fueran enemigas del pueblo, y no su protector.
El Ministro del Interior está obligado a tomar las medidas punitivas necesarias contra quienes dieron la orden de atacar a los ciudadanos pacíficos. Debe preguntar qué mensaje debe transmitirse a los libaneses.
¿Acaso la ecuación ahora es la siguiente: quien tranca las carreteras, destruye la propiedad pública y privada, y ataca a las fuerzas de seguridad, queda protegido por estas fuerzas, mientras quien se manifiesta pacíficamente, y sin agredir a nadie, es ahora el agredido?
Esta ecuación no será jamás resuelta, ni tolerada, ni aceptada.