La Diáspora libanesa agradece una vez más a Francia por todo el interés mostrado a la tierra de los cedros, y que se manifiesta regular y aún recientemente en el comunicado de prensa de la comisión parlamentaria para la Defensa Nacional y las Fuerzas Armadas del 6 de julio.
Sin embargo, la Diáspora libanesa desea llamar la atención de los parlamentarios que son miembros de esta comisión sobre el punto 6 de este comunicado de prensa el que se refiere a la constitución de un task force (fuerza de intervención) bajo la égida de las Naciones Unidas y el Banco Mundial a través de un apoyo “humanitario “.
Esta propuesta sin duda surge de una buena intención y una voluntad real para forzar el cambio, sin embargo, es obvio que los libaneses, que están sumidos en una crisis sin precedente, ciertamente, no necesitan de otra fuerza militar más para ocupar sus tierras, porque corre el riesgo de avivar nuevos enfrentamientos y divisiones.
De hecho, el pueblo libanés está pidiendo a Occidente, Francia en primer lugar, que tome medidas reales para obligar a quienes han malversado dinero público a devolverlos al país. Francia tiene todos los medios para desenmascarar a estos ladrones corruptos que han arruinado el país para construir sus imperios, y han empobrecido a la población para enriquecerse.
El gobierno francés puede exigir que todos los políticos libaneses expuestos, propietarios de mansiones de lujo e innumerables bienes corruptos, devuelvan su dinero malversado a las arcas del Estado. Así, podrá actuar activa y concretamente para salvar al país de los cedros de su actual pesadilla.
Además, los libaneses esperan que el gobierno francés vuelva a los cimientos de la iniciativa del presidente Macron, y no apoye más a personas notorias corruptas en puestos clave del gobierno, en particular, el de primer ministro.
A través de estas acciones, Francia podrá trabajar mucho más eficazmente para garantizar los intereses del pueblo libanés, y mejorar su futuro a un costo menor para el contribuyente francés, quien ha visto su dinero dilapidado a través de las famosas reuniones bautizadas París I, II y III (más de 11 mil millones en total) en proyectos que nunca han visto la luz, gracias a la misma camarilla que está en el poder desde el final de la guerra en 1990.