Tan grande como Elvis o Lennon y deseada hasta por Madonna, Fairuz es la leyenda viva de la canción árabe.

Para entender al relevancia cultural de Fairuz solo podemos acudir a gigantes de la cultura popular occidental: el adorado Elvis Presley o el pacifista John Lennon.

Fairuz

Ante leyendas como la cantante Fairuz nos damos cuenta inmediatamente de los límites de la globalización en la que estamos inmersos. Quedan muchas fronteras, y no solo las hechas de muros y alambradas, entre nuestros mundos. Solo así podemos explicarnos que un mito vivo de la canción árabe, probablemente una de las dos cantantes más importantes de la historia de esta cultura (la otra, sin duda, es la egipcia Um Kulzum), siga siendo una auténtica desconocida para la mayoría. A sus 86 años, Nouhad Haddad (ese es su verdadero nombre) continúa estando presente en la vida pública de Líbano. Aunque ya no se sube a los escenarios, sacó un disco en 2019 y sus canciones suenan constantemente en la radio árabe y se versionan en ‘talents’ como La Voz.

Si aún no conoces su aterciopelada voz, tienes que escuchar las melancólicas canciones de Fairuz, siempre en defensa del amor, la paz y la solidaridad. Por su dulzura, la llaman ‘la madre de la nación libanesa’ o ‘el alma de Oriente’. En 2020, Enmanuel Macron la visitó en su casa de Beirut y la galardonó con la Legión de Honor, la mayor distinción civil de Francia (recordemos: Líbano es antigua colonia francesa y los vínculos económicos y simbólicos permanecen). El Presidente se quedó a cenar.

Fairuz significa turquesa, una metáfora que encajaba a la perfección con la preciosidad de su voz, la única riqueza que disfrutó de niña. Fue una ocurrencia de Halim al-Roumi, el compositor que la reclutó para el coro de la radio pública libanesa cuando solo era una niña. Su padre, un humilde tipógrafo, no quería que se dedicara a cantar. Le convencieron los 21 dólares mensuales que su hija de 14 años comenzó a traer a casa: a duras penas podía sacar adelante una familia con cuatro hijos que vivía en una sola habitación en el centro histórico de Beirut. Poco después conoció al cantante Assi Rahbani, compositor de su primer gran éxito: ‘Ithab’. Se casaron en 1955 (Fairuz tenía 20 años) y tuvieron cuatro hijos: Ziad (65) es compositor y pianista, y Rima, fotógrafa y directora de cine. Layal falleció en 1987 por un derrame cerebral y Hali sufre parálisis desde la infancia tras padecer meningitis.

Hablar de la trascendencia de esta diva de la canción obliga a hablar de política, pues toda la carrera de Fairuz ha estado vinculada a la construcción de un sentimiento nacional que aglutinara una ciudadanía muy dividida en sectas religiosas. El amor a la patria es su argumento más recurrente, de ahí que sus canciones hayan servido de consuelo en cada tragedia que ha asolado a un país convulso. En estas siete décadas, la voz de Fairuz ha sido símbolo de reconciliación, de ahí que dos millones de ciudadanos la sigan en Twitter. Una cifra apabullante teniendo en cuenta que la población total del país no llega a los ocho millones.

Otra causa que Fairuz ha apoyado decididamente es la palestina, aunque en este punto su firmeza ha traído más controversia debido a los vaivenes de la geopolítica, especialmente a raíz de la guerra en Siria. De hecho, en 2013 Fairuz rompió relaciones con su hijo Ziad debido a sus diferentes posiciones en este conflicto: era el productor de sus discos desde que, en 1979, se divorciara de su marido.

Nadie en Líbano olvida el papel que Fairuz jugó durante la guerra civil, una larga tragedia que asoló el país entre 1975 y 1990. La cantante se negó a emigrar y también a celebrar grandes conciertos que disfrazaran un conflicto largo y sangriento: en ningún momento aceptó apoyar ningún bando ni aceptó las exigencias sectarias. En su lugar, viajó esporádicamente al extranjero para ganarse la vida con su música. Su primer concierto en tiempo de paz se celebró en 1994 y fue multitudinario. No cabía un alfiler en la Plaza de los Mártires de Beirut, estratégicamente situada entre el este cristiano y el oeste musulmán, donde una vez más su voz apeló a la reconciliación y la unidad. Hasta el día de hoy, Fairuz posee una casa en cada parte de la ciudad y pasa tiempo en ambas.

«En sus canciones no ha espacio para la violencia. Canta a la paz y a la compasión», ha explicado el crítico Mohcine Ait Ramdan, quien justifica su éxito a lo largo de las últimas siete décadas gracias a su rechazo de las políticas partidistas o mensajes religiosos. Fairuz ha logrado encontrar un espacio común en el que defender el derecho a la vida, un mérito que tiene mucho que ver con que su origen cristiano no haya sido un obstáculo para triunfar en una cultura mayoritariamente musulmana. Sus espectáculos han triunfado en Beirut, Cairo, Rabat, Amman, Nueva York, Londres, París Atenas… En 1992, la siempre avispada Madonna sampleó sin permiso la voz de Fairuz en la canción ‘El Yawm Ulliqa Ala Khashab’. Fue en su hit ‘Erótica’, y aunque los abogados llegaron a un acuerdo extra judicial, el disco de la ambición rubia fue prohibido en Líbano.

Fairuz ha grabado más de 1500 canciones, publicado más de 80 discos y protagonizado al menos 20 musicales. En la última década, con 80 años cumplidos, se reinventó con un sorprendente disco jazz, ‘Eh Fi Amal’, y otro de versiones del francés Gilbert Becaud. En este trabajo incluyó ‘Imagine’, el himno por la paz de John Lennon. Sintonías inevitables a ambos lados de la frontera cultural.