El Líbano pide un rescate para afrontar la mayor reestructuración de deuda soberana de la historia

Los continuos conflictos externos e internos y una desastrosa política económica han llevado a Líbano al borde de la quiebra.

El país vive una crisis deuda soberana que hace sea inviable sin ayuda internacional. Los propios dirigentes demandan una intervención como se hizo en Grecia para afrontar las reformas necesarias que necesita Líbano para sobrevivir.

El problema para Líbano, el tercer país más endeudado del mundo, está empezando a parecerse a Grecia de manera peligrosa. Si el país europeo era crucial para el futuro de la Unión Europea, el Líbano es clave para la estabilidad de Oriente Medio. Las autoridades libanesas no rehúyen la comparación y ven el rescate griego casi como un modelo.

El viceprimer ministro Ghassan Hasbani, en declaraciones a Bloomberg, demanda ayuda internacional, “de la misma manera que Grecia fue rescatada”, para que su país se vea forzado a adoptar duras reformas que son necesarias.

“No creo que todos entiendan la gravedad de la situación y se debe producir antes de que sea demasiado tarde”, añade.

El país es uno de los peones en el tablero político de Oriente Medio en la partida que disputan Arabia Saudí e Irán por la hegemonía de la zona. Pero la situación se ha complicado cuando uno de los focos de conflicto se sitúa en sus fronteras. Las dos potencias regionales se enfrentan a cara descubierta en la guerra de Siria.

Crisis tras crisis

El conflicto ha provocado en Líbano una crisis humanitaria de enorme envergadura con más de un 1,5 millón de refugiados en sus fronteras, pero también dificultades en las exportaciones, problemas financieros por falta de acuerdo entre facciones libanesas y la presión exterior de EEUU para frenar la expansión de Hizbulá.

Pero en el plano económico las cosas no van mejor para el país, los bonos libaneses se han derrumbado y los depósitos bancarios están creciendo a su ritmo más lento desde el final de la guerra civil de hace casi 30 años. El déficit presupuestario se disparó a más del 10% del PIB en 2017 y en mayo hay elecciones que complican aún más los acuerdos necesarios para afrontar profundas reformas.

El mes pasado, el Fondo Monetario Internacional hizo sonar la alarma apuntando que la deuda del Líbano está en un camino insostenible y requiere una acción urgente. El banco central del país necesita reducir la desaceleración de los depósitos bancarios, para mantener la creciente deuda pública.

Según el FMI, el endeudamiento de Líbano asciende a 79.000 millones de dólares, lo que supone el 150% del PIB. A cierre de 2016, la deuda de Grecia ascendía al 180% del PIB, una cifra que alcanzará Líbano en cinco años de acuerdo con las previsiones del FMI.

El problema financiero de Líbano se encuentra en el mismo de nivel de Grecia, cuando en 2012 el país europeo sufrió la mayor reestructuración de deuda de la historia. Japón es el único país del mundo con un endeudamiento superior a los dos países al superar el 230% del PIB. Sin embargo, Líbano tiene fijada su divisa, la libra libanesa, al dólar estrechando su margen de maniobra.

Conferencia de donantes de París

Líbano busca recaudar fondos para un programa de infraestructura de 16.000 millones de dólares en una conferencia de donantes programada para el próximo mes en París. En los mercados, los inversores están vendiendo la deuda libanesa aumentando los rendimientos de los bonos y provocando una subida de los costes financieros que hace que la deuda sea todavía más insostenible.

Los bancos del país han dejado de comprar deuda estatal agudizando la crisis. Durante estos años gracias al respaldo de las entidades financieras locales, los bonos libaneses estaban considerados en un activo refugio en la región. La situación recuerda a la que se vivió en la crisis de deuda soberana en Europa con los rendimientos de deuda disparados.

Los inversores extranjeros tienen 8.000 millones de dólares invertidos en deuda libanesa, supone el 30% del total que tiene el país en circulación, según Marwan Doumith, gestor de renta fija del Blominvest Bank Sal en Beirut. La posición se ha duplicado en un año y Doumith remarca el carácter especulativo que tiene hoy los bonos libaneses.

La posición financiera del país refleja la precaria situación política. El año pasado se aprobó por primera vez los presupuestos del país por primera vez en doce años. Líbano lidera los rankings internacionales de corrupción. Ha estallado una crisis enorme de recogida de basuras. Y los intentos de atraer inversión extranjera para abrir sectores como la electricidad o telecomunicaciones al capital privado han fracasado.

Presupuesto para pagar deuda y salarios

Más del 70% del gasto presupuestario se destina a salarios del gobierno y al servicio de la deuda, mientras que hasta el 10% sirve para subvencionar el consumo de electricidad. El Gobierno de turno tiene muy poco margen para recortar el gasto.

La necesidad de un rescate internacional es una evidencia, pero que da la duda de que países apoyarán a Líbano. La principal baza, Arabia Saudí, que ya ha ayudado en más de una ocasión, se niega a financiar al país por causa de Hizbulá. Irán ejerce su influencia en el país dando apoyo al grupo chií. También se ha roto relaciones con otros países del Golfo por este motivo.

Arabia Saudí ha aceptado asistir a la conferencia de donantes de Líbano en París, pero hay dudas de que Riad ponga un paquete cuantioso de dinero que alivie la delicada situación financiera. Las tensiones entre los dos países ha escalado en voltaje en los últimos meses. El actual primer ministro libanés Saad Hariri dimitió el pasado mes noviembre cuando se encontraba de viaje en Arabia Saudí. El mandatario recibió fuertes presiones de Riad para hacerlo, pero a su vuelta a Líbano fue restituido.

Dudas sobre los bancos

El sistema financiero de Líbano depende de los depósitos bancarios del sector privado, principalmente de millones de libaneses que viven en el extranjero. Los envíos de dinero desde el exterior son fundamentales para mantener la estabilidad de los bancos y paridad frente al dólar. Esto ha permitido que la deuda pública fuera adquirida por los bancos sin problemas facilitando el endeudamiento del país.

La gran duda que se está generando es sobre si los bancos libaneses han llegado a su límite. El año pasado los depósitos se redujeron un 3,8% y salieron del país 2.000 millones de dólares tras la inesperada renuncia de Hariri.

La incertidumbre sobre los bancos es aún más creciente cuando un banco ofrece hasta un 6% de rentabilidad en depósitos. La oferta supera el 10% cuando se trata de moneda local.

Según el gobernador del banco central de Líbano, Riad Salameh, los 2.000 millones de dólares que se fugaron han vuelto al país gradualmente. Asegura que los bancos resistieron bien y apuntan que la fuga de capitales fue superior en 2005 cuando el primer ministro Rafiq Hariri fue asesinado y en 2006 con la guerra contra Israel.

Algunos expertos creen que Líbano se puede sostener solo gracias a que sus bonos ofrecen buenos rendimientos y las reservas extranjeras siguen siendo grandes en comparación con su déficit externo, apunta Giuliano Palumbo, gerente de cartera senior de Euromobiliare.